Os voy a confesar un secreto. Lo que
más miedo le da a un/a plumilla es quedarse sin palabras. Un buen
amigo y escritor me ha sustituido mientras he estado de baja
literaria.
Supongo que por eso hoy me he empeñado
en homenajear una historia que dio vida a muchas palabras. Además,
me apetece que esa historia se una a otra un poco más personal, la
historia de cómo me enamoré como una loca de...
Un momento. Rebobinemos y démosle al
play.
En
ese momento de su narración, Scheherezade vio aparecer la mañana y
se calló discretamente.
Hasta la noche siguiente, en la que daría
vida a un cuento más. Uno, y otra noche más, y otro cuento más y otra noche más...
Y así hasta llegar a los mil.
Mil noches y mil cuentos consiguió
Scheherezade, pero también el cruel sultán.
¡Ay! Oriente. Oriente tiene tanto por
enseñarnos...
En fin, continúo, pero que sepáis
que la inspiración es así. Algo sugiere algo y...
A mí me ha podido no quedarme sin
palabras y de repente ya no estaba sola, tenía conmigo a los cuentos
y a Oriente. ¿Se puede pedir más?
¡Claro que sí! Siempre se puede
pedir más y os lo voy a demostrar.
Volviendo a los cuentos. Diga lo que se diga, siguen teniendo su encanto. A mí me apasionan. Hay quien
considera incluso que cuesta más escribir un buen cuento que una
novela.
Lo reconozco siento debilidad por los
cuentos y quería haceros participe. De hecho, durante una estancia
en la ciudad del amor, del arte y de la luz, mi querida París,
escribí muchos cuentos bajo el influjo del Sena y de la luna.
En cualquier caso, para las que no
sepáis de qué libro o historia en cuestión estoy hablando, una
nueva pista, que ya sabéis lo que me gustan a mí las pistas.
Efectivamente,
ladies,
ahora ya seguro que no hay duda. Las puertas de vuestra mente se han
abierto al clásico Las
mil y una noches. Pero
¿por qué os hablo de él? ¿Qué jugada me ha hecho mi inspiración?
¿De quién me enamoré como una loca?
Todo a su debido tiempo, amigas.
COMO
CAJAS ENCERRADAS EN CAJAS
Así definía alguien esta serie de
cuentos que surgen unos de otros. Es decir, que cuando se cuenta uno
ese uno da pie a otro y así hasta llegar al millar.
Son historias muy diferentes que nos
hablan de amor, de tragedias, de poemas, de leyendas... En ellas los
protagonistas son genios, magos, princesas, héroes...
¡Quién no recuerde alguno de los
siguientes cuentos es que no tuvo niñez! Si hasta han sido adaptados
al cine.
Aladino
y la lámpara maravillosa, Simbad el marino, Alí Babá y los
cuarenta ladrones...
Hay que decir que la mayor parte de lo
que nosotros conocemos sobre el libro es gracias a sus adaptaciones
para niños, pero el núcleo de estas historias se basa en un antiguo
libro persa llamado Hazâr afsâna, que traducido significa “Mil
leyendas”.
Es más, eso de que la historia de
Scherezade sea la narración principal parece haber sido una
modificación posterior, del siglo XIV.
Sea como sea, en el siglo XIX fue todo
un best seller, que por eso estaban muy de moda las expediciones e
investigaciones de culturas exóticas y orientales.
No por menos entre los mil cuentos hay
historias hindúes, persas, abisinias, egipcias...
Pero, sin duda alguna, nos pongamos
como nos pongamos, una de las protagonistas incontestable es la
propia Scherezade.
Y es que cuenta la leyenda que existió
un sultán persa que, en venganza por la traición de su primera
esposa, se casaba con una mujer cada noche y a la mañana siguiente
la mandaba decapitar.
Cuando tocó el turno de desposar a la
hija de un visir, Sherezade, ésta se obligó a pensar algo para no correr
la misma suerte y la solución llego en forma de cuento. Entretuvo al
sultán durante toda la noche contándole una historia cuyo final no
desveló cuando llegó el amanecer. Y funcionó. El sultán decidió
no matarla y esperar una noche más.
Sin embargo, la creatividad, la
sabiduría y la astucia de la princesa dieron pie a otras mil noches
hasta que ganó la perseverancia y se convirtió en reina.
Para qué negarlo. Aquí en Occidente
lo oriental siempre nos ha fascinado. Y cuando de moda se trata la
cosa va mucho más allá.
Oriente ha marcado tendencia en muchos
de los estilos que se han ido imponiendo en nuestra forma de vestir.
Se nota en los peinados, en el maquillaje, en los zapatos y, por supuesto, en las propias telas.
La denominada moda oriental se ha
convertido en una excelente opción para todo tipo de ocasiones. De
hecho, gana fans año tras año.
Pero nosotras aquí en la nuestra
Comunitat además tenemos algo que nos recuerda cada año a los
influjos del mágico oriente.
Las fiestas de Moros y Cristianos que
se celebran en distintos puntos de la geografía valenciana.
Lo confieso y me enorgullezco de
confesarlo. Yo fui mora en las fiestas de mi amado pueblo. Mora vieja
para ser más exacta y fue en ellas donde conocí la elegancia, la
comodidad y el saber estar de un amor que ha llegado hasta nuestros
días. Si es que las modas se adaptan a todo, a todo.
AMPLIOS,
CÓMODOS Y... ¡COOL!
Os
hablo del pantalón bombacho. Vamos de esos pantalones amplios y
sueltos en toda la longitud de la pierna, aunque se ciñan al tobillo
o a la rodilla.
¿Cuál
es su secreto? Pues la libertad. Sí, sí, la libertad de movimientos
si los comparamos por ejemplo con los pitillo, y mira que a esta
plumilla le encantan los pitillo, forman parte de mi estilo propio y
personalizado.
Pero
seamos francas, ya no es que sean prácticos y cómodos, que lo son.
Es que además, sirven para disimular las pequeñas imperfecciones
que nos notamos las féminas.
Ejemplos:
caderas anchas, celulitis...
Los
adoro desde que llegaron a Plumeti.
¡¡¡¡¡¡Síiiiiiiiiii!!!!!
Estoy profundamente enamorada de ellos.
Y
me alegro de que las chicas hayan hecho su apuesta por los pantalones
bombachos y que estos formen parte del catálogo que este año ha
querido ofreceros “Plum” para el verano.
Los
tenéis en distintos grados de amplitud, desde lo que son rectos en
la base de la pierna hasta los muy sueltos, tipo saco y con
diferentes anchuras en las caderas.
Pero
lo mejor son los colores, las texturas... Cada vez que entro en la
tienda no puedo evitarlo. Se me van las manos y los ojos.
¿No
me creéis o pensáis que exagero?
Pues
nada más fácil que daros una vuelta por “Plum” para que también
vosotras caigáis rendidas a su encanto.
Es
posible. De hecho, estoy casi segura de que todo se ha aliado para
que os hable de la nueva adquisión de Plumeti.
Por
un lado, mis amigas del pueblo que me repetían en mi última visita
que debía volver a formar parte de nuestras entrañables fiestas. De
pronto, las chicas me hablaban de los pantalones con influencia
oriental. Mi mente sherlockiana atando cabos con la historia de Las
mil y una noches.
A lo que sumar que cuando los vi colgados en la percha se me caía la
baba. Vamos, que esta es la jugada que me ha regalado mi inspiración.
Porque momentos más bajos o más altos, yo sigo confiando en ella
para no quedarme sin palabras.
¡Tenía
que compartirlo con vosotras! Porque sé que nos seguís y porque es
mi obligación de Plumilla daros siempre lo mejor.
O
si lo preferís acabo con una cita más que positiva que nos deja
Scherezade.
Sea
cual fuere el destino, siempre es beneficioso.
Que
me diga a mí alguien que esta chica no era una optimista nata.
Lo
dicho, ni os lo penséis. Con nuestros pantalones bombachos y afganos
vuestro destino será todavía mucho más favorable.
Por
mi parte, prometo hacer todo lo posible por no quedarme sin palabras.
Aunque Robert Lara Ferragut sea un gran compañero literario. Otro
aplauso por él y más porque os habló de la noche más mágica del
año.
Pase
lo que pase, sigo creyendo en la magia y os animo a todas a que lo
hagáis.
Quién
sabe lo que nos espera a la vuelta de la esquina.